domingo, 31 de agosto de 2014

Viaje a Holanda y Bélgica (Tercera Parte)

Lo prometido es deuda, y tras superar la primera semana de vuelta al trabajo, aquí llego con la última parte del viaje.

Sexto día: GAASBEEK - BRUSELAS

Hay una extraña costumbre en Bruselas de cerrar los lunes, así que para este día habíamos planeado ir a la localidad de Gaasbeek, a unos 10 km de la capital, para visitar el castillo que lleva su nombre, ya que días antes del viaje había comprobado en su web que los lunes de julio y agosto permanecía abierto para visitas, así que para allá que nos dirigimos.

Sin coche es bastante fácil y rápido de llegar. Cogimos un autobús en Gare du Midi, que era la más próxima que teníamos al apartamento y en aproximadamente media hora llegas a la localidad, y con la facilidad de que tiene parada justo en la entrada al Castillo de Gaasbeek.

Desde fuera no se ve el castillo pero cuando te empiezas a adentrar por los dominios te das cuenta de la extensión que lo rodea. Si no, mirad algunas fotos:


Y como somos como cabras, derechos hacia dentro del bosque...
Y al girar por una curva que hacía el camino, nos encontramos el castillo, imponente, como si el tiempo no hubiera pasado, en perfecto estado. El Castillo de Gaasbeek es algo diferente a los que habíamos visto en nuestros anteriores viajes, pero aún así tiene un encanto especial.

Y al llegar a la puerta... la desilusión fue terrible, ¡estaba cerrado! Por lo visto no había actualizado la web con los nuevos horarios y allí nos quedamos. Teníamos ante nosotros el castillo-residencia reconvertido a museo y una enorme puerta de madera impedia nuestro paso. Estos belgas y sus horarios una vez más... En fin, tras hacernos a la idea, y ya que estábamos allí, decicimos explorar un poco más los dominios.




Después contactar un poco con la naturaleza para descansar algo de tanta ciudad, y ya con las pilas recargadas, nos fuimos de vuelta a Bruselas.

Una vez allí, Dani y Noe decidieron irse al apartamento a descansar, así que como aún era pronto, Tony y yo aprovechamos para ver qué estaba abierto aún para visitarlo. Tras pasar por la Grand Place cruzamos el Ayuntamiento por su hermoso patio interior.


Y fue entonces cuando recordamos que la Catedral, que días antes la habíamos visto desde fuera, aún estaría abierta, así que nos dirigimos directamente hacía ella. Había que visitarla, ya que la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula es una de las visitas más importantes de Bruselas por estar considerada la principal iglesia católica de Bélgica.  Como ya comenté, lo que destaca en el interior de la Catedral es el inmenso órgano de 4000 tubos y 4 teclados...

... y este precioso púlpito barroco tallado en madera en el año 1699 por Verbruggen

 

Y aquí una imagen de la nave central.

 
 Muy próximo a la Catedral se encuentra el Parque Real o Parque de Bruselas. Lo vimos con el Free Tour, pero con el diluvio que nos estaba cayendo encima no tuvimos ocasión de observarlo como merece, por lo que nos pasamos por allí. No es un parque exhuberante pero es muy digno y por la tarde hay un cierto ambiente animado.



Y por supuesto, justo enfrente, el Palacio Real, la sede de la monarquía belga, aunque sólo para actos, ya que desde 1831, la residencia de los reyes se ubica a las afueras de Bruselas, en el Palacio de Laeken. Se puede visitar por dentro, así que si vais con tiempo (no como nosotros), podéis entrar.


Y de ahí nos dirigimos hacia el centro de nuevo para comernos un buen gofre, y el sitio elegido fue finalmente una gofreria muy próxima a la Grand Place. Así que nos sentamos en la terracita y nos dimos el gustazo mientras escuchábamos a dos chicas tocar el violín.


Tras el subidón de azúcar aprovechamos para hacer algunas compras y callejear para descubrir pequeños rincones de la ciudad. Sinceramente, lo mejor para conocer bien una ciudad es perderse por sus calles y dejar que tus pasos te lleven a nuevos sitios.

Iba siendo hora de refrescarse con una cerveza por lo que decidimos dirigirnos hacia el Hard Rock Cafe, que está en la Grand Place, no sin antes pasar a ver la estatua de bronce de Everad't Serclaes, ejecutado en el siglo XIV mientras defendía Bruselas. Se dice que tocar su brazo da buena suerte, y ya se puede ver lo desgastado que está...


Estando en el Hard Rock Cafe, nos reunimos con Dani, Noe y Álex, que ya había salido de trabajar, así que en lugar de tomarnos algo allí (precios caros), acabamos en un antro que nos llamó la atención. Está algo escondido y desde fuera no ves el lugar, pues tienes que subir unas escaleras. El sitio por dentro es de los más curioso por su tematización: las mesas son ataúdes con esqueletos dentro, y si lo pides, te sirven la cerveza en un cráneo. Además la camarera es española. Las fotos no son de muy buena calidad ya que es un lugar muy oscuro, pero para que os hagáis una idea:


Y con la noche ya echada encima, de vuelta al apartamento, cenita y a la cama.


Séptimo día: BRUSELAS

Amanece nuestro último día en Bruselas y nos disponemos a ver las últimas cosas que nos quedan por visitar, y por supuesto, lo que podemos visitar con el tiempo que tenemos, dados los horarios.

Una visita que no puede faltar si viajáis a la ciudad es el Palacio de la Justicia, por desgracia, actualmente en obras, lo que no te permite disfrutar de la belleza del edificio por fuera, pero por dentro es espectacular. Hoy día continúa siendo sede de los tribunales de justicia de Bélgica.

Mide unos 26.000 metros cuadrados y tiene una altura de 104 metros. Se construyó entre los años 1866 y 1883. Tiene un vestíbulo abierto de unos 100 metros de altura.




El interior también es accesible al público dentro del horario de apertura, y si el vestíbulo os parece impresionante, el interior es sobrecogedor.


El Palacio de la Justicia está situado en la parte alta de la ciudad y su entrada principal se encuentra en la Plaza Poelaert, desde donde se puede contemplar una panorámica de la ciudad.

Muy cerca ahí se encuentra la Iglesia de Notre Dame du Sablon, una de las más bonitas de toda Bélgica. Fue construida en el siglo XV en el mismo estilo gótico de Brabante que la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, de hecho, a mi por dentro me pareció como una reproducción en pequeño de la Catedral.


Lo que destaca de su interior, como podéis comprobar en esta foto es la cantidad de luz natural que entra gracias a sus grandes y numerosas vidrieras.

La mañana estaba resultando fructífera, así que aprovechando que íbamos bien de tiempo fuimos a visitar el Museo de la Ciudad del que hablé anteriormente, situado en la Grand Place, La Maison du Roi, por haber sido residencia de los monarcas durante mucho tiempo. Aquí os dejo algunas fotos para que os hagáis una idea de lo que podéis ver en el interior. La verdad es que por 4 euros, la visita merece la pena.

Las 3 Gracias
Vajillas
Aquí se puede apreciar mejor que se trataba de una residencia.
En el último piso se encuentra la colección de trajes del Manneken Pis (más de 200) organizado por países. Qué desilusión con el de España, no os digo más...


Y después de comer y hacer las compras de última hora nos dirigimos hacia casa de Álex que sería, una vez más quien nos llevaría al aeropuerto. Menudo respiro al saber que el aeropuerto del que salíamos era el Internacional de Bruselas y no Charleroi, ya que éste último está a más de 80 km de la ciudad. Si podéis elegir, evitad los vuelos a Charleroi, ahorraréis tiempo.

Y hasta aquí el viaje, ahora de vuelta a la normalidad y a ahorrar para el del año que viene.

CONCLUSIONES

Es cierto que con un día que pasamos en Amsterdam es difícil hacerse una idea, pero por mi anterior experiencia en Holanda he de decir que los holandeses me parecen personas muy educadas y dispuestas. Nadie grita por las calles ni dentro de los bares. Me llama mucho la atención el silencio que hay al pasear por la ciudad. Al contrario de los belgas. En general, hemos sentido que nos han tratado bastante mal, es como si no nos quisiesen allí. A la mayoría de sitios a los que entrábamos no ponían ningún tipo de interés en atendernos, a pesar de pedirlo, atendían a todos antes que a nosotros, y cuando por fin lo hacían, era de malas maneras.

Bruselas, como ya nos comentó Álex, es una ciudad que suele estar muy sucia, no sé si tendrá que ver el que pasen recoger la basura sólo dos veces a la semana o simplemente que la gente no duda a la hora de tirar basura al suelo.

En Brujas, por lo menos Tony y yo, nos quedamos con las ganas de ver muchas cosas, pero entre la retención en la carretera y otros factores, no pudimos verlo todo, así que es posible que algún día volvamos, porque ya de entrada me pareció una ciudad sacada de cuento de hadas.

Por otro lado, la fama que tienen el chocolate y la cerveza belgas es merecida. En cuanto al chocolate, se nota la calidad en cualquier tipo, y la cerveza, a parte de la amplia variedad, suele gustar incluso a los poco cerveceros por su agradable sabor. Inconveniente: como todo en Bélgica, es muy caro, no te tomas una cerveza en ningún sitio por menos de 3,50 euros en el mejor de los casos. Al igual que comer, que por muy barato que busques, siempre te acabas gastando más de lo que quisieras y comiendo no muy bien. Eso sí, a partir de 16 o 18 euros ya puedes comer bastante bien.


En fin, a los que habéis llegado aquí porque estáis pensando viajar a Bélgica, espero que os haya sido de ayuda, y por supuesto, estaré encantada de recibir comentarios o preguntas.


Saludos y hasta pronto!!!


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